¿Nunca os habéis preguntado porque las cosas se rompen una vez terminamos de pagarlas? Nos ofrecen garantías de 1, de 2, hasta de 5 años, pero resulta que se rompen siempre después de este período. Podríamos decir que es casualidad o mala suerte, pero hay algo más detrás de todo esto, existe una intencionalidad. Pero ¿quien haría esto y porque?
¿QUÉ ES LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA?
La obsolescencia programada es un proceso realizado en la fase de diseño de un producto que consiste en programar el fin de la vida útil de dicho producto de forma intencionada, con el fin de que el consumidor los deseche y compre otros nuevos, que a su vez, también durarán por un tiempo limitado (por el fabricante) para que de esta manera se pase toda su vida comprando y tirando.
Los productos electrónicos son los objetos en los que la obsolescencia programada se evidencia con mayor descaro. Casi todos los componentes digitales de los ordenadores, impresoras, móviles y un largo etcétera en lugar de ser duraderos y reparables, son descartables. Además, en su mayoría, incorporan un chip que marca el fin de la vida del producto al cabo de un número x de usos.
Seguramente, alguna vez en tu vida, habrás tenido un aparato electrónico que falla, cuando lo llevas a reparar, en el servicio técnico te dicen que resulta más rentable comprar uno nuevo que arreglarlo. Esto sucede porque en la mayoría de los casos, el proceso de reparación (mano de obra, transporte de las piezas nuevas y montaje manual) suele costar bastante más que adquirir un nuevo producto. Además, en muchos casos, las empresas de reparaciones no pueden desempeñar su trabajo debido a que es imposible conseguir los repuestos necesarios o los productos y dispositivos se hallan termosellados, por lo que son imposibles de desarmar. Por ello, el usuario suele desechar el producto averiado y opta por comprar uno nuevo.
UN POCO DE HISTORIA
Lo primero que debemos saber, es que la obsolescencia programada no es algo que se inventara en estos tiempos tan tecnológicos y consumistas que vivimos, sino que viene de mucho más atrás. La etapa inicial se desarrolló entre los años 20 y 30, cuando la producción en masa empieza a forjar un nuevo modelo de mercado. En donde la principal característica ya no era fabricar un producto que durara para toda la vida, sino crear un consumidor insatisfecho con el producto que había disfrutado, que lo venda en el mercado de segunda mano y que adquiera lo más nuevo con la imagen más nueva. Ya en 1928 una influyente revista de publicidad norteamericana enunciaba que «un artículo que no se desgasta es una tragedia para los negocios». Durante esta época, se empezaba a asentar las bases de nuestro modelo actual de consumo.
¿Cómo es posible que en 1911 una bombilla tuviera una duración certificada de 2500 horas y cien años después su vida útil se haya visto reducida a más de la mitad? Pues esto se lo debemos a tres empresas, Philips, Osram y General Electric, que en 1924, crearon el cartel mundial denominado Phoebus, con el fin de diseñar y fabricar bombillas incandescentes de 1000 horas de vida útil, y fijando multas para los miembros del cartel que no acataran la resolución.
En contraposición a todo esto, tenemos por ejemplo la bombilla situada en el parque de bomberos de California, que lleva más de 110 años encendida y sin apagarse nunca (aunque con menor potencia lumínica). Fabricada por Shelby Electric Company a finales de la década de 1890, y donada al citado parque en 1901. Brandt Jorgenson, miembro de este cuerpo de bomberos, ha instalado una cámara web para que los internautas puedan verificar por cuenta propia que la bombilla no se apaga nunca.
LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA ES MÁS QUE UN CHIP
Pero esto, no se quedaría en un tema de bombillas simplemente, en 1939, el fabricante de medias Du Pont, produjo las “revolucionarias” medias de Nylon. Eran tan fuertes que no se hacían carreras ni se rompían, hasta se llegó a hacer su demostración tirando un coche de otro atados por estas. Y así, fue como la empresa se dió cuenta de que este avance frenaría las ventas de medias en todo el mundo, puesto que cada mujer solo necesitaría comprarse un par de medias en su vida y dió la orden a sus ingenieros de volver a diseñarlas pero esta vez con un material más débil, para que fueran más frágiles y se rompieran con más facilidad y de esta manera obligar a la gente a seguir comprando.
Como vemos en este caso, la obsolescencia programada va más allá de señalar la fecha en que se terminará la vida útil de un producto. Laura Rubio, portavoz de la Asociación Española de Recuperadores de Economía Social y Solidaria (AERESS) enuncia que “Ya no es sólo el chip que programa el fin del producto, sino aparatos que no se pueden abrir porque en vez de tornillos, están pegados, o materiales que son de plástico, se rompen, y por tanto es imposible que se puedan reutilizar o que las casas no suministren el recambio o no fabriquen dicho recambio. Eso convierte un aparato en inutilizable cuando realmente podría alargarse su vida”.
De esta manera, nos encontramos con muchos tipos de obsolescencia programada, como por ejemplo la que vuelve obsoleto a un producto porque ha dejado de estar de moda. Es algo muy común que pasa con la ropa, ya que los materiales, colores y las formas denotan la temporada de su compra. O los medicamentos, reduciendo la fecha de caducidad de los fármacos con el fin de que los pacientes desechen los medicamentos supuestamente vencidos para adquirir otros nuevos.
CONSECUENCIAS MEDIOAMBIENTALES
Vivimos en la era del crecimiento, una era en la que se crece por crecer sin sentido alguno, que se basa en el consumo de masas y en el tener más para vivir mejor, y esto se ha terminado convirtiendo en un problema mundial. Porque no se puede seguir creciendo y produciendo de manera infinita en un mundo con recursos limitados. Son puras matemáticas que hasta la “reciente” aparición pública de la eficiencia energética parece ser que nadie había caído en ello, o no interesaba que se supiera. Al igual que ha sucedido con los modelos energéticos alternativos a la quema de combustibles fósiles, porque recordemos que los motores ecológicos no son de la última década, y sino que se lo digan al actor Jack Nicholson que ya en los años 70 tenía un Chevrolet Impala con un motor que funcionaba a base de hidrógeno.
Este modelo de producción no es ni ha sido nunca sostenible ya que el objetivo de la obsolescencia programada es el lucro económico. Países del tercer mundo como Ghana, en África, reciben cantidades enormes de basura informática de los países occidentales. Se trasladan en barcos que, presuntamente, portan material para uso de segunda mano, pero la realidad es que están siendo usados como vertedero de todos estos productos obsoletos.
La mayor parte de éstos residuos no son biodegradables (como el polipropileno o el polietileno), y muchos de ellos son altamente contaminantes (como las baterías de plomo). Esto no solo influye muy negativamente en el ecosistema del entorno sino también en la salud de sus habitantes.
¿QUIÉN DEFIENDE ESTE MODELO DE PRODUCCIÓN?
Los 3 pilares fundamentales de nuestra sociedad de crecimiento son la obsolescencia programada, la publicidad y el crédito. Por lo que en primer lugar estarían las grandes empresas (sobre todo tecnológicas) que incluyendo la obsolescencia programada en su proceso de producción logran incrementar las ventas de sus productos anualmente. En segundo lugar todas las empresas de publicidad y compañías que se encargan de vender estos productos de duración limitada y por último las entidades bancarias y empresas crediticias que facilitan los préstamos a los consumidores.
La primera y más inmediata respuesta sería afirmar que quienes defienden este modelo de producción son los mismos que lo promueven y que los compradores somos meras víctimas de este tipo de estrategias. Pero yo no estaría tan seguro de esta afirmación.
Vivimos en un mundo donde todos quieren lo más nuevo y si puede ser antes que nadie mejor, entonces las empresas, ¿para que van a fabricar un producto que dure toda la vida si los consumidores al año siguiente van a comprar el nuevo modelo de su producto esté o no estropeado?. Así lo confirma Victor Díaz, ingeniero español que formó parte del Proyecto Ara (proyecto que tiene como objetivo crear móviles modulares mediante un hardware libre), que sugiere, que a la mayoría de usuarios les cansaría tener el mismo teléfono móvil durante muchos años. “A la gente le gusta el cambio, se cansa de tener siempre el mismo dispositivo”.
En la comedia de 1951 The Man in the White Suit, un joven, inventa un tejido que no se desgasta nunca, cree que se trata de un gran invento; sin embargo, es perseguido no solo por los dueños de la fábrica de textiles sino por los propios trabajadores, los cuales se unen para impedir que el nuevo invento se divulgue y se explote porque temen que las fábricas se cierren y se queden sin trabajo. Me parece un caso muy interesante de hasta que punto la propia sociedad pueda defender este sistema de producción.
Sin embargo ya se están creando movimientos en contra de la Obsolescencia Programada, como la campaña que hicieron los hermanos cineastas Neistat informando de que las baterías del Ipod no duraban más de dieciocho meses y no había manera de cambiarla porque Apple no vendía baterías de repuesto. La iniciativa del activista medioambiental Mike Anane que ha creado una base datos de todas las empresas que mandan residuos tecnológicos a Ghana para poder denunciarlas. O el Movimiento SOP (Movimiento Sin Obsolescencia Programada) cofundado por Óscar Burgos que apunta como principales responsables de esta práctica a las empresas de sectores tecnológicos tales como la informática, la electrónica de vehículos o la telefonía.
Otro dato importante es que Francia acaba de aprobar una ley que castiga con multas de hasta 300.000 euros y dos años de cárcel a las empresas que diseñen y fabriquen sus productos para que duren un tiempo predeterminado.
Me gustaría terminar el artículo, recomendando encarecidamente visionar el documental Comprar, tirar, comprar, dirigido por Cosima Dannoritzer sobre obsolescencia programada, que entre otros galardones ha recibido el premio al Mejor Documental de la Academia de Televisión, del que se ha sacado parte de la información para realizar este artículo y que realmente te da otra visión del actual modelo de producción consumista en el que estamos inmersos. En la imagen de portada de este post vemos un fotograma de dicho documental, que muestra el chip instalado en una impresora diseñado para enviar una señal de error al software al llegar a un número determinado de impresiones.
Y a ti, ¿se te ha estropeado algo sin motivo aparente?
Te recomiendo encarecidamente que le eches un vistazo al artículo que habla sobre donde va la basura, es muy importante tomar conciencia sobre este hecho. La industria de la moda es de las más contaminantes del mundo y además cada año cambia de estilo y cada 6 meses de temporada, así que te dejo aquí abajo una lista de reproducción reutilizando ropa para realizar diferentes objetos como mochilas, cuadros o cojines.
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